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LA CITA DEL MES: Cyrano de Bergerac

"Mais on ne se bat pas dans l'espoir du succès ! Non, non ! C'est bien plus beau lorsque c'est inutile ! "

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martes, 20 de junio de 2023

¡La maldad de los franceses!


 Publica el diario ABC un artículo de Israel Viana cerca de cómo maltrataron los franceses a los republicanos españoles. Es un texto modélico acerca de cómo se crean o mantienen las leyendas negras, en este caso la leyenda negra antifrancesa en España. Debiera publicarse en papel amarillo, como la bilis.
En primer lugar, hay que englobar a todos los franceses en una etiqueta negativa y adjudicarles un prejuicio antiespañol. El titular es ejemplar al respecto: "Así trataron los franceses a los refugiados españoles en la posguerra: «Son tribus primitivas y sucias»".
No recuerdo haber oído en Francia hablar de España como de tribus primitivas y sucias, pero es posible que algún chiflado tuviese problemas con España igual que un tal Luis Zahera recogió un Goya diciendo que "siempre había querido matar un francés". Imagínate si algún periodista francés toma la noticia y publica en Le Figaro que los españoles quieren matar franceses... Es lo que pasa cuando se convierte alguna afirmación particular en categoría general, para denigrar.
El periodista nos aclara que "Los exiliados que cruzaron los Pirineos al final de la Guerra Civil, lejos [de] encontrarse una acogida cariñosa, fueron hacinados en campos de internamientos y tratados como «animales invasores, escoria y vándalos peligrosos»".
El artículo no insiste acerca de qué huía ese medio millón de españoles. ¿Por qué tantísimas personas lo dejaron todo, sus propiedades, sus tierras, su familia, metieron cuatro enseres en una maleta de cartón y se lanzaron sobre malos caminos a cruzar el Pirineo en pleno invierno? Hombre, a lo mejor les parecía mejor el vinagre franchute que las mieles de Franco, la gente es así de rara, se informa mal, se asusta sin necesidad, no entienden bromas como las ingeniosas intervenciones de Queipo de Llano en Radio Sevilla, aquello de que "Nuestros valientes legionarios han enseñado a los rojos lo que es ser hombres. De paso también a las mujeres de los rojos que ahora, por fin, han conocido hombres de verdad y no a castrados milicianos. Dar patadas y berrear no las salvará".
Fueron tan malos malísimos los pérfidos gabachos con los "republicanos" españoles, que el 98% del exilio español, terminada la II Guerra Mundial, se encontraba no en Gran Bretaña, ni en Estados Unidos ni en Suiza, sino en Francia, fijateee. Qué pésimo gusto tenían esos españoles, de verdad, que pudiendo volver a España con su familia, sus bienes y recuperar su trabajo, preferían la precariedad del transterrado, vivir en el infierno francés en lugar del paraíso español...
Quizá es que Franco dio una pista cristalina acerca de sus intenciones alentando que su amigo Adolf asesinara a miles de compatriotas españoles en Mauthausen y otros campos. No existen precedentes de que un Estado permita que sus aliados exterminen a sus compatriotas.
Ah, claro, que los rojos no eran españoles, siempre se me olvida...

miércoles, 2 de diciembre de 2015

Ricardo de la Cierva, Franco, cuarenta años y un 19 de noviembre

Hace unos días falleció en Madrid el popular historiador Ricardo de la Cierva, el 19 de noviembre. Me parece realmente extraordinario que haya fallecido el Sr. de la Cierva en la víspera del 20 de noviembre, 40 años después que el general Franco, al que tanto admiró.

La Cierva y la fecha de la muerte de Franco
Lo curioso es que Franco fallecería, según el propio La Cierva, un 19 de noviembre. Lo cuenta en su biografía "Franco" (1986) pág. 503 y en "Agonía y muerte de Franco", pág. 171, (1996). Dice así La Cierva en ambas obras: "La muerte clínica de Franco pudo observarse desde las siete y media de la tarde del 19 de noviembre de 1975, aunque la muerte oficial se fijase a las cinco y veinticinco horas del día siguiente, 20, aniversario también de la de José Antonio ".
Sin duda la razón de ese deliberado retraso podría consistir en quitarle a José Antonio Primo de Rivera el protagonismo de la conmemoración del 20 de noviembre, hasta entonces dedicado a la figura del "Ausente".

Un jueguecito tétrico
Esa casualidad me recuerda que en Madrid, en 1975 había quien apostaba a que Franco moriría el 19 de noviembre. Para explicarlo, cogían una servilleta de papel y ponían dos filas de números:
Cuándo empieza la Guerra Civil:
18 de julio de 1936: 18 7 36
Cuándo acaba:
1º de abril de 1939: 01 4 39
Si sumas los respectivos años, meses y días obtienes
    18 07 36
+
    01 04 39
-----------------
    19 11 75

O sea, el 19 de noviembre de 1975...

40 años y 40 días son fechas especiales
Me parece extraordinario que la muerte de Ricardo de la Cierva no sea sólo el 19 de noviembre, sino 40 años justos después de la muerte oficiosa de Franco... Siempre se habla de "40 años" para hablar de la Dictadura pero lo cierto es que Franco no fue Jefe de Estado de toda España más que desde el 1º de abril de 1939 y de la zona "nacional" desde el 1º de octubre de 1936. Luego lo de los 40 años es una ligera exageración. El motivo de "redondear" al alza en 40 años la duración del Régimen de Franco se encuentra quizá en algún misterioso resorte bíblico. Al fin y al cabo en la Biblia un montón de acontecimientos importantes tienen lugar después de cuarenta años o cuarenta días.
  • Cuarenta días llovío sobre la Tierra durante el Diluvio Universal.
  • Cuarenta días era el tiempo normal de embalsamamiento en Egipto, tal y como recoge el Génesis (50,2)
  • Cuarenta días pasó Moisés con Dios en el Monte Sinaí, en un par de ocasiones. La primera es nada menos que la que precede la entrega de las Tablas de la Ley. Y otros cuarenta días permanece Moisés postrado ante Dios, pidiendo perdón por los pecados de su pueblo....
  • El perverso Dios de Israel castiga a su Pueblo por haber despreciado la Tierra Prometida, y como los exploradores tardaron cuarenta días en explorarla, les condena a pasar cuarenta años en el Desierto, un año por cada día...
  • Cuarenta días desafía Goliat, el filisteo, a las tropas de Israel hasta que David acepta su desafío.
  • Cuarenta años reinó David en Israel.
  • Etc.
Se podrían encontrar muchos más ejemplos, que pasaron del Antiguo Testamento al Nuevo: los cuarenta días que pasó Cristo en el Desierto, aparte de ser el origen de la Cuaresma, son un tiempo especialísimo, de purificación, de aproximación a Dios, en que el Diablo aparece como Tentador, ofreciendo los Reinos de la Tierra al Hijo del Hombre. Tras 40 años de purga, llegan Israel a la Tierra Prometida y la Democracia a España...

Una nueva España surgirá en breve
Quizá la idea de los Cuarenta años de la Dictadura querían expresar la idea de un cambio, de un paso a otra cosa. Y quizá también por ello los últimos 40 años son igualmente un periodo que tiene que dar lugar a otra cosa. Y no me refiero sólo al desafío catalanista ni al final del bipartidismo. El próximo 14 de abril se cumplirán 85 años de la proclamación de la II República. Eso limita muchísimo el número de españoles que recuerden algo concreto de aquel periodo...

lunes, 2 de junio de 2014

¡Viva Felipe VI!

Don Juan Carlos se ha sumado finalmente a los vientos de renovación en el mundo de las monarquías. Renunció Benito XVI al Papado —la más antigua monarquía del mundo— abdicó la reina de Holanda, abdicó el Rey de los Belgas y, finalmente, ha abdicado don Juan Carlos. Nuevos tiempos, nuevas caras.

Dos periodos de un mismo reinado
Abdicó el 2 de junio de 2014 don Juan Carlos, quien llegó al poder, como sucesor a título de Rey del general Franco, en diciembre de 1975. Su reinado ha superado en el tiempo la larguísima dictadura de su mentor. Don Juan Carlos inició su reinado como gobernante omnímodo, ya que gozaba de todos los poderes heredados del Caudillo, y termina su trayectoria como rey constitucional de un régimen democrático. Tan dilatado reinado se divide por lo tanto en dos periodos, los tres años en que gozó del poder efectivo, hasta diciembre de 1978, y los 36 años siguientes. El papel de don Juan Carlos, desde entonces, es el de un monarca constitucional con poderes de representación y moderación, sin apenas influencia en la vida política al margen de su papel personal en la jornada del 23-F -sobre el que se han vertido tantas falsedades- o de puntuales llamadas al orden y a la cordura cuando eran necesarios.

Normalización de España
El actual sistema democrático del que gozamos en España es obra personal de don Juan Carlos, quien contó con la impagable ayuda de Adolfo Suárez. Quizá no sea casualidad que el recuerdo del Sr. Suárez recientemente fallecido haya inspirado la abdicación de un monarca cuyo papel podría resumirse en la normalización de España. La excepción española ya no existe.
Don Juan Carlos ha sido el monarca con el que España ha dejado de ser una dictadura relativamente aislada y subordinada a la estrategia de los EE.UU. en régimen cuasi-colonial, para convertirse en democracia equiparable a la de otras naciones europeas, integrada en la OTAN en condición de aliada, y en la Unión Europea. En lo bueno y en lo malo España no es extraordinariamente distinta de otras potencias europeas, no goza de una leyenda negra ni de una leyenda dorada: Spain ya no es tan different.
En lo único que sí somos distintos, por desgracia, es que el sistema autonómico no ha servido para solventar el separatismo sino para financiarlo y que hoy por hoy se plantea la desaparición de España como nación


Felipe VI reinará sobre una España distinta
Los defectos y cualidades de la Constitución de 1978 no son atribuibles, ni en lo bueno ni en lo malo al monarca, salvo en lo que se refiere al hecho constitucional en sí mismo, inspirado y alentado por el Rey. Las necesarias reformas constitucionales y políticas de España serán encaradas por su sucesor, Felipe VI, cuyo reinado podrá ser el del renacimiento del poder y de la ilusión española o un remate catastrófico a la obra de su padre. Pero no dependerá de don Felipe sino de los políticos españoles si España, como Nación, se da una oportunidad y pone punto final al desprestigio de las instituciones, a la corrupción y al separatismo, o bien si, lejos de resolver esos problemas, se decide agravarlos con la toma de decisiones sin vuelta atrás.

El papel de la Casa Real
La Casa Real de España moderna es obra de don Juan Carlos. No hubo apenas conexión entre los amigos y cortesanos de Alfonso XIII, el pequeño grupo de fieles al padre del Rey en Estoril y el Príncipe elegido por Franco para sucederle. En su palacete de La Zarzuela don Juan Carlos ha creado casi de la nada una renovada Casa Real, imitando modelos extranjeros. Las tradiciones arcanas no han sido abolidas formalmente sino derogadas por la fuerza de los hechos. La Casa Real no manda ya una carroza a las bodas de los grandes de España —de hecho el Rey se ha despegado de la nobleza con la misma eficacia que doña Sofía de las corridas de toros— y apenas se conservan unos usos seculares. Los príncipes nacidos del fecundo matrimonio de don Juan Carlos y doña Sofía han realizado estudios casi normales en colegios y universidades y se han casado con las personas de su elección. El Rey ha querido reforzar el papel de don Felipe, proporcionándole una formación militar larga y estricta para tratar de hacer durar la institución monárquica en el tiempo. Al Rey nunca le ha hecho gracia la existencia del juancarlismo, es decir, el de personas que acataban su persona pero no la institución monárquica. Ahora con Felipe VI el juancarlismo no tiene ya razón de ser.

La imagen de la Casa Real
La necesaria protección sobre la vida íntima de una familia real sui generis en los momentos en que se trataba de asentar las instituciones en España, ha ido desvaneciéndose lo que ha permitido que noticias sobre la vida íntima o los negocios de miembros de la Familia Real o del propio Rey desdoren la institución.
Que la ahora Reina sea periodista es un indicio claro de la importancia que la comunicación ha tenido y tiene sobre la proyección de la Casa Real en la sociedad española. Papel de don Felipe y doña Leticia, de la ahora Reina Madre y del Rey Padre será devolver a la Institución el prestigio sin el cual la Monarquía carece de sentido en un régimen moderno.

La Sucesión, resuelta
Los problemas sucesorios nacidos de las dudas acerca de la vigencia o no de la Pragmática de Carlos III sobre matrimonios desiguales, la cuestión de los derechos sobre la corona de los hijos naturales o la preferencia del varón sobre la hembra, no han sido formalmente resueltos pero sí allanados por la fuerza de los hechos, que son doctrina más fuerte que todos los tratados de Derecho. Los príncipes se han casado con personas que no forman parte de la realeza, el Príncipe de Asturias va a reinar a pesar de tener hermanas mayores, y ahora tiene sobrados nietos don Juan Carlos como para que nadie se preocupe sobre dudas en cuanto a la sucesión.
Ahora bien, la existencia de un orden de sucesión aparente no es óbice para recordar que existen quizá flecos sueltos en ese hermoso tapiz, la cuestión de los sucesores posibles por la mano izquierda, que quizá hoy no parezca urgente pero convendría solventar.

Especulaciones deshechas
En los últimos años se proyectaron dudas acerca de quién reinaría tras don Juan Carlos. Llegó a plantearse la posibilidad de que se modificara la Constitución, en el sentido de suprimir la primacía del varón sobre la hembra a la hora de suceder, y se especuló con la posibilidad de suprimir la Monarquía como institución.
En los últimos meses, se han podido detectar distintos movimientos de recuperación de la Infanta doña Elena o se han hecho correr rumores sobre la separación de los ahora Reyes, y no parece casual la publicación del libro de doña Pilar Urbano sobre el 23-F…
Lo cierto es que cualesquiera que fueran las intenciones o ilusiones de los especuladores —que no creo que lleguen a conspiradores— el Rey una vez más les ha ganado por la mano. Los que pensaban que Felipe VI no llegaría a reinar tienen que iniciar un trágala personalizado.

jueves, 4 de agosto de 2011

Vencer a Franco


Retirado en la paz de estos desiertos
Con pocos pero doctos libros juntos
Vivo en conversación con los difuntos
Oyendo con los ojos  a los muertos

Quien muere sólo desaparece de verdad el día en que ya nadie lo recuerda; por eso muchos cuyos restos son cenizas o humilde gusanera, todavía viven en nuestros corazones, y no sólo los que quisimos, nuestra entraña viva, nuestros parientes y amigos; también siguen vivos en nuestra memoria los autores de los libros que leemos -gracias don Francisco, por esos versos- o los protagonistas de la Historia vivida o inventada. Precisamente, una de las gracias de Rodríguez Zapatero y sus mariachis ha sido la de resucitar a Franco, a base de hablar de él, de una parte, y de tratar de aplicarle la damnato memoriae. Ese extraño complejo le ha llevado a elegir el 20 de noviembre como fecha de su adiós, una última payasada antes de la voltereta final. No contentos con resucitar a Franco, con su inmenso fracaso le han regalado al Dictador una nueva victoria, una victoria que, desde luego, el Caudillo no merecía.

El éxito final de Franco
Si Franco hubiese muerto en 1939, 1945 o 1955, sin duda no existiría el franquismo sociológico. Sólo se recordaría del siniestro general su gran obra guerracivilista, los años de represión y la España gris cemento con el Invicto disfrazado de cruzado... que hace falta no tener sentido del ridículo. Pero es que Franco -preciso por si me lee algún magistrado de moda- no murió en 1939, ni en 1945, ni en 1955. Al general le permitieron morir el 20 de noviembre de 1975.
Antes de los años sesenta, el franquismo es la larga, larguísima, interminable historia de un fracaso que se resume en que con el pretexto de salvar y redimir un país primero lo destruyes y luego lo reconstruyes. En 1956 se habían alcanzado los niveles de desarrollo de 1936, es decir, España habá perdido no sólo mucha sangre sino mucho tiempo, veinte años para ser exactos.
Sin embargo existe un franquismo sociológico y el éxito inicial de series como Cuéntame con su familia Alcantara recrea una España próspera que todos los que vivieron recuerdan con cariño. ¿Por qué? Por su éxito final. Los sesenta fueron espectaculares, tanto en España como en otros países europeos y occidentales. Al impresionante crecimiento de los sesenta algunos fanáticos analistas para no llamarlo desarrollo, preferían llamarlo desarrollismo, mira tú qué bien. Con el sueldo de dos años podías comprarte un piso, había pleno empleo y el país creció tanto que pudieron regresar los millones de emigrantes económicos.
A finales de los sesenta España era considerada como un paraíso por muchos extranjeros que disfrutaban de la tranquilidad de una sociedad ordenada -la delincuencia era residual- y se habían conseguido objetivos que hoy nos parecen sencillamente inimaginables: pleno empleo y ¡contratos indefinidos tras un mes a prueba! Era una sociedad alegre, llena de niños y que bailaba al ritmo del Dúo Dinámico. Y una sociedad joven a la par que estudiosa, sólo puede ser creativa: marea pensar en la cantidad de autores en todos los ámbitos que fructificaron durante esos años...

Recoger el guante
Ese éxito es un desafío para la España de hoy, libre y democrática pero con grandes problemas. No podemos dejar de recoger el guante que nos echa Franco desde el Infierno; no podemos rehuír nuestras responsabilidades, cada uno de nosotros debe optar entre ser un Cyrano o ser un gusano.
Podrán los neoantifranquistas -normalmente hijos de significados azules- desmantelar el Valle de los Caídos, quemar los restos de Franco, zombificarlo, hacer flautas con sus huesos o dispersar sus cenizas al viento, pero ese calculado y nada espontáneo aborrecimiento no es más que el síntoma de su extraordinario fracaso.
La historia no la podemos desmantelar, ni la verdad, por mucho que nos engañemos: o los españoles demócratas podemos hacerlo mejor que la España dictatorial, o menudo ejemplo para nuestros hijos.

Hemos perdido más de tres décadas
Lo peor del franquismo crepuscular, aparte del propio Dictador, son sus dirigentes políticos, los mismos que se vestían con la camisa azul en 1975 se convirtieron en demócratas sobrevenidos en 1977 y confeccionaron una Constitución manfiestamente mejorable que desestructuró España y que con el pretexto de asegurar la libertad y la democracia nos hundió en una crisis de sociedad que ya viene durando treinta años con la feliz excepción de los gobiernos de Aznar, que supusieron un cambio de paradigma, aunque no un retorno a lo mejor de los sesenta.

La excepcion Aznar
Con Aznar hubo crecimiento y modernización, España se convirtió en la octava economía del mundo, y de país de emigrantes devino en destino de inmigrantes. Se plantaron árboles, se levantaron millones de viviendas nuevas, se modernizaron las estructuras.
Fueron gobiernos entusiastas que se estrenaron consiguiendo cumplir en pocos meses con las condiciones impuestas para entrar en el euro, los famosos "criterios de convergencia" fijados en Maastrich, capaces de acorralar a las sabandijas de la ETA, con una brillante política internacional, gobiernos que retomaron Perejil, fortalecieron las relaciones con EE. UU. e impusieron excelentes condiciones para España en los tratados europeos. Nunca habíamos alcanzado tan altas cotas de convergencia con la Europa más próspera: hoy vamos pidiendo limosna y de aquí a noviembre podemos encontrarnos con España fuera del euro.
Las sombras fueron el precio de la vivienda, una ciega política inmigratoria que no tuvo en cuenta quién se puede integrar y quien no, el peaje pagado a los separatistas, el fomento del aborto y el envejecimiento de la población: desde Felipe González, es mucho más fácil abortar en España que encontrar una guardería; Aznar tampoco quiso o no consiguió moficicar la Constitución para acabar con el caos autonómico; la educación no se reformó, y el código penal siguió facilitando las formas legales de pederastia.

El desastre Zapatero
Zapatero ha fracasado en todos y cada uno de los puntos de su política puesto que los problemas que Aznar no resolvió, siguieron agravándose con el Z, pero sin ninguno de los inapelables éxitos de su predecesor. Hoy la vivienda sigue siendo inasequible, pero tenemos cinco millones de parados, hemos pasado de ser la octava potencia mundial a la decimocuarta y cada día perdemos algún derecho nuevo; amparándonos en la globalización, nos vamos chinificando. El futuro a medio plazo de un trabajador español, sin formación, es la esclavitud. Como en la película Stico, aquella genial fábula de Armiñán, los españoles acabarán vendiéndose como esclavos a cambio de comida y de techo seguro.

El saqueo es impresionante; en Barcelona vende ya la Generalidad edificios históricos para obtener liquidez hoy, a cambio de deudas mañana; en breve veremos hermosas torres sobre un Retiro privatizado y las mejores obras del Museo del Prado rematadas en Sotheby's. La zetagente deja el poder con el peor de los balances, y una nueva fuga de cerebros y talentos, largándose de España buscándo fuera algo mejor. Debieran reeditar el clásico de Gómez Gil, Cerebros Españoles en USA. Zapa nos ha devuelto a los cincuenta.
El único éxito de Z ha consistido en silenciar por unos meses a los etarras, al precio de darles el poder: los ha legalizado y tras la victoria de Bildu los etarras controlan ayuntamientos y provincias; también nos ha dejado en la calle a un grupo de activistas de no se sabe qué al servicio de no se sabe quién, los quincemeneros, que desprecian el poder salido de las urnas e imponen su presencia en la plaza pública.

Un Nuevo Trato para España
El próximo gobierno cuenta con una baza histórica: la zetagente ha sido tan mentecata que los que vengan sólo pueden hacerlo mejor; en tábula rasa se construye muy bien.
Pero el futuro gobierno del PP, si es que Rajoy gana, si es que quiere de verdad ganar, debe ser capaz de generar millones de puestos de trabajo y de reducir el precio de la vivienda al menos un 400%; tiene que ser capaz de crear un entorno laboral eficaz, rentable y seguro; tiene que enfrentarse a la desestructuración constitucional creando un marco legal nuevo que sustituya la actual chifladura territorial y la persecución de la lengua española; tiene que reformar de arriba a abajo la Educación, empezando por nuestras corruptísimas y nepóticas facultades para que España tenga al menos alguna universidad entre las cien primeras del mundo, que no es mucho pedir; tiene que llenar el país de guarderías, además de pisos baratos, para que las parejas jóvenes puedan trabajar y tener niños, y disciplinar los colegios devolviendo a la educación pública el prestigio que le han quitado locos y demagogos. Tiene que poner el sistema de crédito al servicio de la sociedad y no la sociedad al servicio de los banqueros. Tiene que crear un marco estable para la familia, alfa y omega de toda civilización.
Todas esas reformas se las ha puesto fáciles el inmenso fracaso de Zapatero verdadero destructor de la izquierda española. Rajoy tiene que alcanzar un nuevo pacto con la sociedad española, un new deal en el sentido más roosveltiano; y nadie alcanza esos objetivos si carece de ambición, si no es capaz de hacer un discurso asertivo, positivo y creador.

No debemos elegir entre prosperidad y libertad
Debemos ser ambiciosos; o lo ambicionamos todo, o perderemos lo poco que nos queda, que son la democracia y la libertad, esos tesoros que gozamos todavía y que tantos estúpidos desprecian. Se equivocan mucho quienes hacen de menos los bienes del presente pensando en tesoros futurizos y ya dice el sabio, "no escupas en tu pozo, volverás para beber en él".
Los fachas e izquierdosos que constituyen la base ideológica quincemenera siempre le sacan defectos a nuestra democracia, que ya sabemos que no es perfecta, pero es mil veces mejor que no tenerla. Desprecian la libertad porque, en el fondo, no han hecho nada para ganársela.
Democracia y la libertad son nuestro patrimonio, lo único que nos queda después del Demenciato. Y si no aprendemos a valorarlas, nos las quitarán y sólo nos quedarán los ojos para llorar. No debemos poner a la gente ante el dilema de elegir entre prosperidad y libertad. Debemos ambicionar la mayor prosperidad sin renunciar a la libertad. Vencer a Franco no consiste en quitar estatuas del dictador; consiste en demostrar que se puede ser una democracia y conseguir altas cotas de prosperidad y desarrollo. Debemos vencer a Franco de verdad, y para siempre.

sábado, 30 de julio de 2011

Secretos de un 20 de noviembre


Cuarto centenario de la Congregación del Ave María
El 20 de noviembre es la fecha grande de la Orden Trinitaria. La Iglesia conmemora a San Félix de Valois, uno de los fundadores casi legendarios de aquella dignísima orden redentora de cautivos cuya mayor gloria sin duda consistió en liberar, previo pago de cientos de escudos, a un tal Miguel de Cervantes de su presidio argelino; de hecho, las cenizas de Cervantes están perdidas en el convento de las Trinitarias. En vida todavía del gran genio, un 20 de noviembre de 1611 fundó San Simón de Rojas la Congregación de Esclavos del Dulce Nombre de María, responsable desde el siglo XVII del Comedor del Ave María que hasta hoy mismo brinda sus desayunos a los madrileños más pobres. Indudablemente, el Cuarto Centenario de ese instituto de la Orden Trinitaria pasará desapercibido ante la actualidad de las elecciones generales que, Dios mediante, se celebrarán ese día.
Desde que confirmó el Z la fecha electoral que sabíamos ya por la indiscreción de algún impresor, los desocupados nos entretenemos haciendo consideraciones que la gente joven no puede entender porque para mancebos y rapaziñas el 20 de noviembre no significa nada. Como la mayor parte de mis lectores tenéis acné y la voz aflautada que caracterizan a la adolescencia, más me vale recordar algunos datos, que si no os iréis a leer las Memorias Íntimas de Justin Bieber.

Muerte de José Antonio Primo de Rivera
El 20 de noviembre fue una fecha mítica del franquismo por la muerte de José Antonio Primo de Rivera, fusilado en Alicante el 20 de noviembre de 1936, ya empezada una Guerra en la que Primo no pudo participar puesto que estaba enchironado al iniciarse el Alzamiento. Tras una farsa que pretendió ser juicio, se puso término a la vida del creador del fascismo español.
Quizá pudo salvarse el joven Primo de Rivera mediante algún canje oportuno pero probablemente ni Franco ni Queipo de Llano ni muchos falangistas estaban particularmente interesados en traerse al líder de Falange para que les hiciera la competencia en la "zona nacional" y a mucha gente le vino estupendamente la muerte de "José Antonio", al que llamaban, así, por su nombre y no por su apellido, quizá para no confundirlo con su padre, o en aras de cierto populismo. Lo convirtieron en una figura mítica, "el Ausente", y el 20 de noviembre daba pie a distintas celebraciones, en memoria del creador de Falange. A nadie se le escapa la ventaja de los símbolos sobre las personas reales, y es que les hacemos decir lo que nos da la gana, porque no pueden protestar, así que durante varios años el propio Franco, los 20 de noviembre, se ponía una camisa azul y una boina roja, símbolos de la estrambótica unión que él forzó de falangistas y carlistas y en recuerdo de José Antonio los capitostes del Régimen vertían lágrimas de cocodrilo pensando, para sus adentros, "menos mal que murió".

La muerte de Franco y su manipulación
En noviembre de 1975 el dictador estaba francamente mal. Hoy día ningún médico decente le aplicaría a un ser humano los tratamientos que sufrió Francisco Franco para mantener una vida que se le escapaba ya por todos los poros. Hemorragia tras hemorragia, Franco se iba,volvía, lo mantenían vivo... Tenía una salud de hierro y aguantó lo que le echaron; las escabechinas que le impusieron sólo prolongaron sus padecimientos, que no ya su vida. Dicen algunos que querían prolongar a Franco vivo unos días más para sustituir al presidente de las Cortes, pero yo tengo mis dudas; el verdadero problema es que para los franquistas resultaba tremenda la perspectiva de prolongar el franquismo sin Franco. Franco era una de las realidades sobre las que se había construido el pequeño mundo español durante décadas, y prescindir de Franco suponía un cambio inaceptable para la imaginación de muchos. De hecho, lo único bueno que tuvo la artificialmente prolongada agonía del dictador fue que la gente se hizo a la idea de que Franco era mortal y que se iba a morir. Fueron días curiosos que pillaron a un tal José Luis Rodríguez Zapatero haciendo el bachillerato en el Colegio Leonés, con quince años y a un tal Mariano Rajoy en la Facultad de Derecho de Santiago de Compostela, con veinte.

Numerología sobre el 20 de noviembre
En Madrid en aquellos días algunas personas vaticinaban el final de Franco para el 19 de noviembre por "razones" de tipo numerológico, que son el más tonto de los desatinos.
La fecha oficial del inicio de la guerra civil -o por lo menos del Alzamiento- es el 18 de julio de 1936
La fecha del final de la guerra civil el 1º de abril de 1939. Si sumas respectivamente días con días, meses con meses y años con años,

   18 07 36
+ 01 04 39

= 19  11 75

De hecho, es muy posible que Franco muriera el 19 de noviembre por la sencilla razón de que ya estaba tan destrozado que vivir o morir para él era ya sólo cuestión de encender o apagar máquinas, sin la menor respuesta ni posibilidad de recuperación por su parte. ¿Lo murieron un 20 de noviembre para unir su destino al de Primo de Rivera? ¿Se quería robar al falangismo hasta aquella fecha? ¿O sencillamente Franco murió realmente el 20 de noviembre? En cualquier caso, el jueguecito numérico no funciona si nos atenemos a las fechas oficiales.

Sherezade, por el Ballet Imperial Ruso
Este 20 de noviembre: un primo y muchos cuentos
El 20 de noviembre de 2011 ofrece una obvia curiosidad numerológica, y es que se puede escribir como 20112011 que es el producto de 2011 por 10001. 2011 es un número primo y 10001 suena a los cuentos de las Diez Mil y Una noches y para cuentos, la verdad, los de la zetagente con sus batallitas de la Guerra, sus brotes verdes, la recuperación que viene, de verdad de la buena, que me muera si miento. Los españoles, ¿se tragarán nuevos cuentos? ¿Harán el primo una vez más? Pero no haré leña del árbol caído, que de eso ya se han encargado los mercados.

martes, 6 de julio de 2010

La Damnatio Memoriae de Franco (crónicas del Demenciato)

Como ya sabéis, y parece ocioso repetirlo, considero que el periodo que vive España desde 2004 es pura demencia, es decir, literalmente, alteración de la razón, y en el futuro será estudiado por los expertos como demenciato. Me entero de la última locura de la zetagente -digna de Jerry Lewis- por el muy entretenido blog de Luis Antequera, citando un artículo de El País.

Franco no gobernó España
Resulta que en la página web de Moncloa hay una lista de presidentes del Gobierno de España. En esa lista está incluido un señor llamado Francisco Franco, de profesión militar, de vocación dictador y que entre otros pequeños cargos sin importancia presidió el Gobierno durante 34 años -no incluyo los años de la Guerra Civil y el gobierno de Burgos- y el Estado durante 37. Pues bien, según El País, la  zetagente va a borrar el nombre de Franco de la lista de Jefes de Estado y de Gobierno de España.
Dentro de la tristeza que produce ver a personas adultas y vacunadas entregándose a juegos de adolescentes tardíos -y más con la que está cayendo- me ha hecho hasta gracia esta nueva genialidad del Gobierno Trapisonda. Porque, precisamente, y una vez más, se pone de manifiesto el mimetismo entre las huestes zapteriles y el franquismo.

Los franquistas hicieron lo mismo con sus adversarios
Me refiero a que para delendar a Franco, recurren a la técnica de la damnatio memoriae, la misma que ejerció el franquismo con las figuras más relevantes del republicanismo y del liberalismo; los franquistas estaban al menos tan chiflados como la zetagente, y a Franco lo pintaban vestido de cruzado. Será verdad eso de que somos la Reserva Espiritual de Occidente.
A Casares Quiroga los franquistas quisieron borrarlo del Registro Civil; lo mismo ocurrió con Negrín, en su isla. El fanatismo de los azules era tan grande, que Julián Marías recordaba haber visto durante la II Guerra Mundial mapas de Europa de los que habían borrado las Islas Británicas (!)
Los sueños de la razón producen Zapateros. Pero incluso Zapatero tiene sus cualidades; defendió a Aznar y la democracia española delante de Hugo Chávez, y tributó un homenaje a los españoles muertos en Mauthausen. Zapatero no es malo; lo que pasa es que como muchos de su generación, es producto al 100% de la intolerancia que le rodeó desde niño, es el típico alumno de colegio de curas que odia a los curas. Z es un fanático de tomo y lomo y para él el mundo siempre es una dicotomía compuesta de progres y fascistas, rojos y azules, Barsa y Madrid; en fin, tampoco se puede pedir más: probablemente Z sea lo más tolerante que tengamos hoy en su partido, porque desde luego después de la multa a Intereconomía del Gran Inquisidor Sebastián, queda claro que el concepto de democracia de estos tíos es puramente orgánico, y que su concepto de la libertad de prensa son los discursos sobre lecturas buenas y malas del padre Garmendia de Otaola (S.J.)

Cambiar el pasado como patología
La damnatio memoriae y la apoteosis son dos instituciones que nos dejó Roma pero que se remontan, en el caso de la primera, a tiempos de los faraones. Por medio de la apoteosis, se llegaba a deificar a un mortal, como los emperadores cuyo culto se fue organizando a partir del siglo I. La damnatio memoriae consistía, en cambio, en borrar para siempre el nombre de un personaje.
Nótese que por medio de la damnatio memoriae, una sociedad no sólo condenaba a un individuo al olvido sino que purgaba de sí misma su propio pasado, signo inequívoco de patología mental: podemos cambiar el futuro, pero nunca el pasado, que es el Universo de lo ya sucedido.
Lo demás, son fantasías tan divertidas como las de la trilogía de Regreso al Futuro. Y pretender cambiar el propio pasado es una característica típica de esa enfermedad que deriva en el negacionismo. Niegas lo que eres o lo que has sido. Hace unos días estuve en un blog discutiendo con unos franquistas que te explicaban con sesudos argumentos que la División Azul no se batió por la victoria de Hitler. ¡Toma ya!

Los comandos de la tijera
Una de las cuestiones que más me preocupa es que la técnica de la damnatio memoriae suele ser bastante destructiva. Los egipcios, al borrar el nombre del faraón maldito o al destruir sus monumentos, se llevaban por delante información que los arqueólogos nunca podrán reconstituir. Me preocupa esta última chifladura del Gobierno porque, claro, supongo que no se detendrán con el tema de Franco en la web de Moncloa, sino que tendrán que recortar el nombre de Franco de todos los decretos y leyes publicados en el BOE desde el 1 de abril de 1939 hasta los primeros días de 1976. Eso supone recortar unos 800.000 páginas en cada una de las colecciones completas del BOE que se conservan en España.
Para hacerlo en un tiempo razonable, tendrán que contratar a unos mil jóvenes que a razón de 200 tijeretazos al día pueden purificar una colección completa cada 4 días. Como del BOE se conservan algo más de 500 colecciones completas en España, se puede realizar el trabajo en seis años -2000 días, grosso modo-, a menos que se contrate a diez mil en lugar de mil, y se podría entonces conseguir en siete meses. Me parece una inversión útil y provechosa, sobre todo en estos tiempos de abundancia y prosperidad. Otros comandos tendrán que encargarse de la destrucción de los sellos de correos y las monedas subsistentes, y como siempre, habrá que cambiar los nombres de las calles que es un deporte muy español. Y ¿qué pasa con los libros que hablen de Franco? ¿Los quemamos?

El armario azul del PSOE
Lo único bueno, realmente, de la moda gay que hoy impera, es que muchos se han liberado de sus cadenas íntimas. Todos conocemos esos casos patéticos de homosexuales nunca salidos del armario que se pasaban el día contando "chistes de maricones" para marcar su desprecio por aquello mismo que constituía su esencia inconfesada y frustrada. Incapaces de construir su identidad a partir de sus verdaderas emociones, incapaces de vivir su amor, de aceptar siquiera su enamoramiento, limitaban su inclinación natural a folleteos clandestinos en saunas o lavabos de estación, y acababan sufriendo sistemáticos chantajes, como el coronel Redl.
Pues ya es hora de que este gobierno de franquistas puros y duros se libere también, que salga de su íntimo armario de intolerancia; Bibiana la feticida, Don Sebastián de Torquemada, la Vice y el propio Z estarían monísimos con su camisita de Falange y su boinita roja, y dejarían de dar el coñazo hablando de un Franco al que en el fondo idolatran más cuanto más lo desprecian públicamente y cuya esencia totalitaria corre por sus venas. Ganas dan de gritarles:  ¡Liberaros! ¡Montaros en la carroza más grande del Día del Orgullo Azul! ¡Asumid vuestra vocación y no pretendáis ocultarla! Y menos, recortarla. Así sea.

lunes, 10 de mayo de 2010

Mauthausen

En Mauthausen, con la complicidad de Franco, miles de españoles fueron asesinados por los nazis

Voy a hacer algo histórico, único, especial e irrepetible. ¡Voy a decir algo agradable de Zapatero! Sí, incluso Zapatero tiene alguna cualidad; hay alguna luz, en esa oscuridad... Me refiero al hecho de que bajo nuestro actual mandatario, por primera vez un gobierno de España se ha preocupado por la memoria de los miles de españoles exterminados en Mauthausen, -que llevaron ese triangulito azul con la S de Spanien- algo que no hicieron ni los gobiernos de UCD, ni los de Felipe González ni los de Aznar.
Me fastidia que el mismo Zapatero que se preocupa de la memoria de los exterminados en Mauthausen sea el mismo que tributa homenajes a Carrillo o que prostituye algo tan noble como la Memoria Histórica, como si le importaran tres narices las víctimas del otro bando. Pero no repetiré aquí lo que ya escribí en otro artículo, que la repetición es un síntoma de senilidad, y bastantes canas y arrugas me avejentan ya...

Exterminados con la complicidad de Franco
Como la liberación del campo de exterminio de Mauthausen se realizó el 5 de mayo de 1945, ayer pasaron por la dos de TVE un oportunísimo especial -obra de Alfonso Domingo, el biógrafo de Melchor Rodríguez- recordando a los miles de españoles asesinados por los nazis con la necesaria complicidad de las autoridades franquistas.
En aquella época, Franco era el aliado vergonzante de Hitler, y miles de españoles encuadrados en la División Azul luchaban "contra el comunismo" con uniforme alemán en las estepas de Rusia. Sin embargo, mientras unos españoles morían luchando por la victoria de Hitler, otros españoles eran congelados y hervidos vivos -así como suena- en el marco de las experiencias de los "médicos" del mismo Hitler.
Nunca en la historia se ha visto que un país permita a su aliado exterminar a sus compatriotas; precisamente el crimen original del franquismo consiste en considerar que los "rojos" no eran españoles y que por tanto en España no había Guerra Civil. [La primera vez que he encontrado la expresión es en un artículo de Antonio Olmedo Delgado, director durante años del ABC de Sevilla]. En la misma línea, Hitler consideraba que los judíos no eran alemanes.
Siempre me ha asombrado que un régimen como el de Franco que salvó a miles de judíos en Hungría del exterminio nazi, sin embargo aplaudiera el exterminio de su propia gente por extranjeros, pudiéndolo hacer él mismo. Recordemos que, asesorado por sus amigos alemanes, Franco convirtió algún campo de concentración en virtual campo de exterminio, aunque aquí no llegamos a estrenar cámaras de gas. El siniestro campo de Miranda de Ebro se llevó por delante a mucha gente, y entre otros a racimos de franceses enemigos de Vichy que cruzaban la frontera ilegalmente y se hacían pasar por "canadienses".
En eso consistía el patriotismo de Franco, el cristianísimo Cruzado que ponía banderas con la cruz gamada junto a la Virgen, sin considerar que Jesús y su Madre eran judíos...[Esa  extraordinaria foto de arriba la saqué de aquí]. El mismo patriota cinismo que emplearon en condenar por "auxilio a la rebelión " a los que no se alzaron; el mismo cinismo de la Ley de Responsabilidades Políticas, que te imputaba en 1939 lo que era perfectamente legal en 1936; el mismo cinismo con el que Franco, con su peculiar sentido del humor, imitaba a Fernando VII y le conmutaba a un reo dos de las tres condenas a muerte. Nunca he comprendido como no se han hecho más novelas o películas sobre ese monstruo, tomando chocolatito con picatostes, mientras firmaba penas y más penas de muerte...
Gracias a las hemerotecas digitales y blogs como "Todos los rostros" se van difundiendo fotografías extrarordinarias que investigadores como Javier Rodrigo, Mirta Núñez y tantos más van sacando de las cajas y colecciones públicas.

Mi historia personal con Mauthausen
Hace casi veinte años me conmovió mucho la lectura de la obra de Mariano Constante y Eduardo Pons Prades, Los Cerdos del Comandante, que ofrece interesantísimos detalles sobre el exterminio de miles de españoles, no sólo en Mauthausen sino en las islas anglonormandas. Los turistas que visitan Jersey o Guernesey ignoran que en el cemento de las construcciones dejadas por los nazis, están incorporados los huesos de cientos de españoles. Por lo visto los huesos hacen buen mortero, por lo del calcio.
Hace 18 años quise -como siempre sin éxito- que en Madrid hubiese una placa en memoria de los españoles asesinados en Mauthausen con la complicidad necesaria de Franco. También pedí -no hace falta añadir que sin éxito- un monumento en memoria de las vícitmas de ETA que por fin, con doce años de retraso se inauguró en República Dominicana a iniciativa de DENAES. También planteé -por pedir que no quede- la necesidad de un museo de la Guerra Civil como los que tienen los americanos. Naturalmente, no me hicieron caso. Nunca he sabido moverme bien con la gente de arriba, esos genios universales que adoctrinan el mundo con su talento inmarcesible. Será que tanta luz e inteligencia reunidas acaban por deslumbrarme.

INCISO Os  confesaré un secretillo: lo de escribir a concejales de cultura y tal no surte efecto. Sólo si vas acompañado de Fulano o Mengano te hacen caso, y las cosas funcionan así y no asá. Fijaros que hace cinco años que pedí una plaquita en memoria de Julián Juderías; que me expresó su apoyó la Real Academia de la Historia; que me molesté en molestar a distintos responsables y... no he vuelto a tener noticias. Yo con el Ayuntamiento de Madrid, sus pompas y sus obras, estoy gafado. Voy a dedicarme a escribir cartas al Alcalde "Excmo. Sr. sobre todo NO dedique una calle a Julián Juderías; NO se le ocurra recordar su natalicio en la calle de Goya; BAJO NINGÚN CONCEPTO recuerde con otra placa la casa de la calle Preciados en que entregó su alma a Dios". A ver si así consigo que me hagan caso. FIN DEL INCISO


Pero volvamos a 1995; el que sí me hizo caso fue Antonio Herrero, que en paz descanse. La COPE, el 5 de mayo de 1995, recordó a los españoles exterminados allá, en la lejana Austria. Pero fracasé rotundamente respecto del Ayuntamiento; tambien sugerí en aquel año a la Biblioteca Nacional que hiciera una exposición sobre libros relacionados con el tema de Mauthausen; ocioso será añadir que no me hicieron caso.
En aquella lejana época gobernaba España el Partido Socialista de Felipe González que no quería abrir el famoso melón de la Memoria Histórica. En el ayuntamiento de Madrid gobernaba el PP. Era el primer mandato de  Álvarez del Manzano.
En el fondo mi titanic personal no era más que el reflejo de mi indudable fracaso en la pretensión de escribir una historia de España que no esté alineada con los hunos y los hotros. En España a la gente lo que le gusta es leer que su abuelo tenía razón, y punto; hay que escribir para alguno de los dos bandos, en caso contrario, no vendes.

1994: medio siglo de Normandía y una carta de Solana
Inasequible al desaliento, poco después, cuando se conmemoró el L aniversario del Desembarco de Normandía,  me indignó que nada se hiciera para recordar a los españoles que liberaron París. Toda Europa estaba en las playas normandas, en junio de 1994,  pero de todas las banderas faltaba la española a pesar del enorme peso de los soldados españoles entre las fuerzas aliadas. Escribí a don Javier Solana —a la sazón Ministro de Asuntos Exteriores— rogándole que se hiciera algún acto en memoria de aquellos hechos. Me contestó el Sr. Solana el 16.6.1994 con una amabilísima misiva que no creo indiscreto reproducir a continuación, porque honra más a quien la escribe que a quien la recibe: “Estimado amigo: Pocas cartas en mi ya larga vida política me han conmovido como la que usted me dirige. La rapidez con la que se sucede la historia nos hace arrinconar en la memoria algunos de los momentos mas emocionantes que hemos vivido, y entre ellos la contribución anónima de muchos españoles que dieron su vida por liberar a Europa de la ocupación nazi con la esperanza de que con ello luchaban por su patria. Cuando el 14 de julio desfilen las tropas españolas en París, esta vez bajo nuestra bandera, en mi mente y en la del Presidente del Gobierno estarán los héroes españoles de la División Leclerc, y a ellos se les estará rindiendo merecido homenaje. Javier Solana”. Aludía el ministro al hecho de que en el tradicional desfile del 14 de julio de aquel año, desfiló un destacamento español junto a las tropas francesas. Diez años después, en 2004, se realizó un homenaje a los españoles de la 2ª División Blindada, pero no lo hacía el gobierno de González, ni el de Aznar, sino el de Zapatero.

El Partido Popular y la Historia
Llama la atención que un partido como el Popular que, contrariamente al PC, al PNV o al PSOE no participó en la Guerra Civil -entre otros detalles sin importancia porque en aquel entonces no existía- tenga tantos problemas para aceptar la Historia en su conjunto y evitar caer en provocaciones facilonas de sus rivales.
No entiendo por qué en Madrid seguimos sin Museo de la Guerra Civil, donde podría haber una sala dedicada a los fusilamientos y garrotes de los hunos y a los paracuellos de los hotros. No lo entiendo, y no lo entenderé en la vida.
Me diréis, con razón: "Bueno, pero es que hay mucho peposo hijo o sobrino de gente que estuvo con el bando nacional, por no hablar de nuestro presidente histórico el Sr. Fraga". Yo contesto que Fraga franquista será -hasta las cachas- pero no estuvo en la Guerra Civil, como sí estuvo Carrillo, por una cuestión de edad. Y el más franquista de todos, el sucesor de Franco que Dios guarde muchos años. Y franquistas en España han sido muchos, y sus retoños están ahora en todos los partidos de España, incluido claro está el PSOE de la (des)Memoria. La España de don Juan Carlos es la España de Franco, tras la Transición, igual que la España de Franco es también la de la II República, tras la Guerra, y la España de la II República era la de Alfonso XIII. Os confesaré un secreto masónico de grado 69: España sigue donde estaba, al sur de los Pirineos, ¡asombraros! Como en 1900, en 1492, en el 711... Es lo que tiene la puñetera geografía.
La victoria final de la Tercera España
Lo curioso del tema es que la Tercera España, la que no se identifica con las dos Españas terribles, la que perdió la guerra por partida doble -la España de Clara Campoamor-  sin embargo ha ganado la paz. Hoy el 99,99% de los españoles constituyen la Tercera España, no se identifican con los chequistas de un bando ni los pelotones de ejecución del otro. Entonces, ¿por qué esa apacible España está fuera de los medios de comunicación o del mundo editorial? Quizá algún día esa España nueva se desprenderá del lastre de sus complejos históricos, de esos retazos de España nueva y tratará de crearse un futuro asumiendo el pasado. Pero no sé si lo verán mis ojos... En cualquier caso, haría bien el Partido Popular en recuperar la expresión "tercera España" si no quiere que Rosa Díez se le adelante. Claro que ni siquiera Darwin podría contestar a la pregunta de si hay vida en Génova...
Luis Español Bouché

Las tropas aliadas en el campo de Mauthausen (5.5.1945)
Se puede apreciar la larga pancarta de bienvenida en español

martes, 14 de octubre de 2008

Liberales sí, franquistas no

Criticar una postura no significa elogiar la contraria

No quisiera tener que repetir lo que ya expresé en un artículo sobre la Memoria Histórica. Precisamente, lo que menos le perdono al actual gobierno, además de su desprecio por la vida de los no-nacidos, es su morbosa tendencia a evocar la España del 36 en lugar de  resolver los problemas de la del 2008, dando alas a aquellos que viven en el pasado o del pasado.

Dos Españas igual de mentirosas

El revisionismo que nos pinta una II República celestial y una izquierda inocente de toda culpa, ha despertado a los revisionistas azules, a los propagandistas de Franco, de sus pompas y de sus obras, que le ponen cuernos y rabo a los republicanos. Ambos revisionismos son igualmente mentirosos y fanáticos, y cada cual tiene su hinchada, su público y sus lectores

Franquistas de razón, de corazón y sociológicos
Así, en España quedan todavía millones de personas con sentimientos franquistas. Se trata de gente que realmente cree que Franco hizo cosas bien, que nos salvó del comunismo internacional y tal. Muchos de ellos han vivido en directo o a través de los relatos de sus familiares las atrocidades cometidas en la “zona republicana” —en particular la persecución anticlerical— y recuerdan conmovidos el momento en que se acabó aquel terror y empezó el otro, el que no les afectó a ellos, sino a los vencidos.
La gran mayoría de los franquistas en España son franquistas de corazón. Se suman a ellos un puñado de franquistas de razón, empezando por los más respetables que son los bien nacidos, es decir, los agradecidos: de todos los que hicieron buenos negocios gracias al Régimen, algunos, demasiado pocos, tienen el pudor de no hablar mal de quien les hizo ricos. Finalmente existen numerosos franquistas sociológicos: los últimos quince años del Régimen, merced a los gobiernos tecnócratas, fueron prósperos. España creció, se asentó la Seguridad Social, se consolidó una clase media y pudieron regresar los millones de emigrantes que el primer franquismo, el de la autarquía, había condenado al exilio económico.
En aquella época el trabajo era seguro, el paro mínimo, no existía la delincuencia callejera y se podía uno comprar un piso con el sueldo de dos o tres años, mientras que ahora es imposible, como patentiza la actual crisis. Resulta lógico que ese periodo sea recordado con simpatía por muchos de quienes lo vivieron, simpatía a la que no es ajena la nostalgia por la juventud perdida, con sus playas, sus moças de corpo dourado y las mejores canciones de toda la historia. Para la mayoría, los sesenta fueron años alegres

La España de hoy también es la España de Franco
Los sentimientos pertenecen al ámbito privado, pero los artículos de opinión no. Nuestro compañero en liberalismo, Pedro López Arriba, se quejaba del tufo profranquista de un artículo publicado en Asturias Liberal. Leído el artículo de marras la verdad es que me molesta más que se llame cobardes a los vencidos en la Guerra Civil que la exaltación de un personaje como Franco, dado que la España de hoy es la España de Franco, nuestro Rey es su sucesor y la estructura económica y social de nuestro país es en gran parte la que heredamos de 37 años de dictadura que son 37 años de historia de España, nos guste o no.
La Transición no fue una ruptura con el franquismo, fue un cambio a otra cosa desde el franquismo oficial. La genialidad de la Transición consistió en que un ex-ministro de la dictadura como  el Sr. Fraga se compraba un bombín en Londres y se nos convertía en demócrata, mira tú qué bien; en que el marqués de Paracuellos se volvía jovial y simpático y en que el carnicerito de Málaga, siempre tan sensible, dejaba caer una lagrimita al anunciar la muerte del dictador. Reconozcámoslo: la Transición fue una comedia estupenda, un milagro permanente que deja corto al de Santo Domingo de la Calzada, cuando cantó la gallina después de asada. Lo fascinante de la Transición es que si hubiera que repetirla, probablemente habría que seguir los mismos pasos, esa mezcla de cinismo y de amnesia, pero sobre todo de inteligencia, que permitió traer el sin duda mejorable pero nunca bastante alabado régimen de libertades que todavía disfrutamos.

El facherío que se presenta como liberal

Uno de los fenómenos más preocupantes del liberalismo español es la cantidad de fachas que, para hacerse con algún tipo de tarjeta de visita presentable, no dudan en presentarse como liberales. Como el facherío ha sido incapaz de crearse una base política sólida —hay tantas Falanges como falangistas, ni se sabe cuántos partidos carlistas y luego un buen montón de gente rara que pega voces— los fachas se apuntan a lo que encuentran y se infiltran donde les dejan. Debiera ser obvio que no se puede ser franquista y liberal al mismo tiempo. No existe un fascismo liberal igual que no existe un socialismo liberal, ni un comunismo liberal, ni un carlismo liberal. Los estatalismos y los integrismos sólo a regañadientes toleran la libertad. Ya he recordado aquí el aborrecimiento de los “nacionales” por los liberales y cómo acuñaron aquel horrible mostrenco, demoliberal, que siguen utilizando algunos catedráticos de derecho político españoles, no precisamente ilustrados.

Antifranquistas... después de Franco

Escribir contra Franco en el 2008 suena a exhibición de Capitán Araña. Antifranquista había que serlo en 1938, 1948, 1958, 1968 y si me apuráis, incluso en 1978. Pero el artículo dominical de Pedro López Arriba —que, por cierto, fue antifranquista en tiempos de Franco y tuvo el honor de ser procesado por el TOP en el 75— nos recuerda que si Franco ha muerto, su club de fans sigue vivo y que los liberales tenemos la obligación de marcar posiciones si no queremos que un anti-izquierdismo global acabe asimilándonos con el facherío.



El peculiar patriotismo de Franco
En primer lugar, nunca he comprendido que personas patriotas y leídas alaben el patriotismo de Franco, y no me refiero sólo a la gran traición que supuso el Glorioso Alzamiento Nacional. Franco fue un general que utilizó cuerpos de élite de nuestro ejército como Legionarios y Regulares para matar españoles, que organizó una Cruzada a base de tropas moras, que instauró una interminable represión y que acabó con la Edad de Plata de la cultura española; Franco fue un africanista que no dudó en ceder el Rif a Marruecos —incluido el Gurugú, regado de sangre española— dejando inermes a Ceuta y Melilla, y que para hacerse aceptable no dudó en ofrecer a los Estados Unidos un montón de Gibraltares en forma de bases americanas. La España franquista ocultó la guerra de Ifni, fue incapaz de conservar el Sahara con sus valiosísimos fosfatos y regaló al ínclito Macías y a su familia la más rica provincia de África.
El patriota Franco ganó su guerra contra los otros españoles, pero perdió la totalidad de sus aventuras exteriores, empezando por la invasión de Rusia como socio vergonzante de Hitler, siguiendo por el ya referido Ifni y acabando con el Sahara, cuando ya no era más que un espectro pero gobernaba en su nombre Arias Navarro. Trituró el ejército peor que cualquier Azaña, humillándolo, convirtiéndolo en una especie de gran policía armada, sin recursos ni medios.
Esa brillante política impidió que España ingresara entonces en una alianza entre iguales como la OTAN, así que tuvimos que subordinarnos a un mero papel de comparsa de los EE.UU. Dicho vasallaje fue incapaz de conseguir para nuestra patria ayudas equiparables a las del plan Marshall, y España tuvo que esperar a que transcurrieran veinte años de autarquía para recuperar el nivel económico del que gozaba en 1936.

Algo bueno hizo Franco, y es que su régimen salvó más judíos que cualquier otro país de Europa y acogió a miles de pieds noirs huidos de la saturnal argelina, como subraya Gastón Segura en un libro estupendo. No deja de resultar asombroso que el mismo régimen que amparó a miles de hebreos en Hungría, entregara sin embargo a miles de republicanos españoles —mujeres y niños incluidos— a los hornos de Mauthausen. Hasta allí llegó el patriotismo de Franco: no sólo exterminó él mismo a millares de españoles sino que toleró que una nación aliada y amiga, la Alemania de Hitler, acabara con la vida de miles de compatriotas en sus campos de exterminio… Con patriotas como Franco, ¿quién necesita traidores?



Franquistas y chaqueteros

Añadiremos que el análisis del franquismo permite decir que lo peor de Franco no fue, con todo, el propio Franco sino el franquismo oficial, esa gusanera de camisas azules que evolucionaron en demócratas y que fueron los padres de la Transición. Los que despedazaron España en nombre del principio autonómico eran los mismos de la España Una, chaquetas viejas que supieron renovar el vestuario, afeitarse el bigote y dejarse la barba progre…
Para concluir esta larga diatriba, afirmo que condenar el franquismo no significa ensalzar al régimen derribado por la Guerra Civil ni aplaudir a ningún chequista. Condenar las matanzas y asesinatos llevados a cabo en la “zona republicana” tampoco significa extender una patente de inocencia a los franquistas.
Pero eso resulta difícil de entender en España: corazones duros y molleras de granito.
Luis Español Bouché
Publicado el 14.10.2008 en Asturias Liberal