Hace una semana morían en “accidente” de tráfico don Oswaldo Payá y su compañero Harold Cepedo Escalante. Oswaldo Payá era uno de los más destacados opositores a la dictadura cubana, galardonado con el premio Sajarov. En el coche “accidentado” estaban también dos jóvenes políticos europeos, Ángel Carromero, de las Nuevas Generaciones del Partido Popular y Aron Modig, líder de las juventudes democristianas de Suecia.
Un compromiso con la libertad
Ángel Carromero es un hombre comprometido con la libertad que en su día estuvo acompañando a las víctimas de ETA en la Audiencia Nacional. Las víctimas tenían que soportar en la misma Audiencia, en los bancos reservados al público y familiares, que los hooligans de los asesinos aplaudieran a los verdugos. Lo sé perfectamente no porque me lo contara nadie, sino porque yo también estaba allí, y tengo buena memoria.
Hay muchos lugares agradables para marcharse de vacaciones en julio. Obviamente si Carromero y Modig se encontraban en Cuba no era para hacer turismo sino para entrevistarse con uno de los más distinguidos anticastristas; el gesto les honra y podemos suponer que no fueron motu propio sino, como es lógico y natural, en coordinación con sus jefes naturales en Madrid y Estocolmo y con la mejor intención: hablar con las víctimas de Fidel, la llamada “oposición” que bien poco puede oponerse, porque desde el fondo de una fosa o de una mazmorra resulta difícil oponerse a nada ni a nadie. No se me ocurre mejor motivo para un viaje que el de ir a apoyar a los cubanos más dignos y valientes, aquellos que no se resignan a ser marionetas de la dinastía Castro, para preguntarles cuál es su opinión acerca del momento actual, ofrecerles alguna ayuda práctica, interceder por algún preso ante el Gran Carcelero... Poca cosa más se puede hacer por las víctimas del sangriento barbudo.
Un testigo retenido
Cuando publico estas líneas, Ángel Carromero y Aron Modig siguen retenidos en Cuba. Ninguno de los dos ha sido imputado oficialmente. La versión oficial de la dictadura cubana –sostenida aquí por Cayo Lara, jefe de los comunistas españoles- es que la muerte de Oswaldo Payá y Haroldo Cepeda se debió a un desdichado accidente. La versión cubana precisa que Ángel Carromero es el responsable del accidente. Vale, entonces ¿por qué retienen al sueco? ¿Por qué impiden que regrese ya a su patria un ciudadano sueco que, de creer la versión oficial, sería únicamente testigo y víctima del accidente? Quizá porque en un país libre a lo mejor los periodistas podrían hacer preguntas al Sr. Modig sin pasar por la paternal censura de la inquisición comunista.
Carromero debe volver ya
Ofelia Acevedo, la viuda de Payá, ha puesto en duda la versión oficial (ver aquí) y su hija (ver aquí) apunta a que el coche donde viajaba su padre fue expulsado de la calzada por otro vehículo. Resulta obvio que si tienen razón, no permitirá la dictadura cubana que se sepa la verdad.
Carromero debe volver y volver ya, porque resulta obvio que carece de cualquier tipo de posibilidad ante la maquinaria represora del dúo Fidel-Raúl, y que los sicarios están ya sacando punta a los clavos con los que pretenden crucificarle.
En Cuba tienen una idea de los interrogatorios muy enérgica, la Escuela de Chicago, no la de Milton Friedman sino la de Al Capone; y si quieren pruebas las fabrican de primera calidad, que es un país organizado, ¿no? Si el Fiscal te acusa sus razones tendrá, ¿no? Ya se encargará el Departamento de Testigos y la Subsecretaría de Pruebas Indudables de proporcionar al Camarada Juez la ayuda indispensable: ¡marchando una ración de testigos en vinagre y otra de pruebas al pilpil! ¡Oído cocina! Coges una muestra de sangre y la metes en una coctelera con los restos de un mojito, introduces lo que sale en una probeta y ¡voilà! ya tienes pruebas de que el español conducía bajo los efectos del mojito. Y los testigos, debidamente aleccionados, testificarán lo que haga falta: "sí, sí, el coche era azul, no rojo, no verde, bueno da igual, iba por la selva, no, por la ciénaga, y de repente se detuvo. Y luego dio un par de saltos y se accidentó, sí, se lo juro por la Virgen del Cobre y San Marx que es su profeta". Y sea cuál sea al final la versión oficial, aquí la repetirá Cayo Lara, el Hombre-Eco, fiel tornillo de la maquina comunista. Para cacatúa, Cayo Lara. Y sin túa, también.
La diplomacia de la rendición
Obviamente la genuflexa diplomacia española basada en la rendición incondicional, no está en condiciones de resistir ningún envite de la satrapía cubana.
El candidato mormón a la presidencia de Estados Unidos, el Sr. Romney, ya ha expresado sus dudas sobre las circunstancias de tan oportuno accidente para la dictadura cubana (ver aquí) y su rival el presidente Obama ha lamentado públicamente la pérdida de Oswaldo Payá (ver aquí). En cambio la España oficial mantiene un cauto silencio. ¡Gran ejemplo de dignidad!
García-Margallo, nuestro ministro de la cosa exterior es la lumbrera que obligó a todo un embajador en París, Carlos Bastarreche, a escribir una carta de protestas al Gobierno Francés por el contenido de un programa privado de televisión, el caso de los guiñoles de Canal Plus, que abordamos aquí; todavía se están riendo en el Quai d'Orsay. Ahora a García-Margallo se le ha pasado el siroco y se nos ha convertido en moderado y hasta pide discreción. ¡Chis, chis! ¡Seamos discretos! Si somos discretos, la dictadura cubana se va a portar bien… Seamos buenos chicos, que nos darán un caramelo, y ya se sabe que con vaselina se sufre menos en el amor...
Gran victoria del castrismo
Tampoco se podía esperar nada más: el Partido Popular fue durante años el juguete personal de Manuel Fraga, aquel ministro de Franco que recibía con mil gaiteros a su "paisano" Fidel Castro, así que a Fidel le han bailado el agua desde el propio Franco hasta Felipe González pasando por Fraga (ver aquí). En el tema cubano, las autoridades españolas sólo conocen un lema: "vivan las caenas".
En cualquier caso el mensaje lanzado por los amos de Cuba no puede ser más claro: quienes pretendan entrevistarse con miembros de la oposición sufrirán las consecuencias. Nueva victoria para el castrismo.53 años en el poder. Y siguen.